En el tema se critica la comercialización del Che. Y con él, un Amancio o un Pirri y, si se le hubiera forzado a ello, no habría ido desde luego a Nueva York (como en el schotis del señor Macario, se hubiera preguntado: «¿Y qué haces tan temprano en Nueva York?») a ver, por ejemplo, las mamarrachadas del MOMA, sino que, como alma en pena o como licántropo noctívago, hubiera vagado por su Salamanca o por los pasillos de su piso tan próximo a la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, tachando, como un preso de penal o un recluso del Purgatorio, los días que le faltasen para recobrar la perdida libertad del trabajo y zafarse de la condena de la libertad absoluta.